jueves, 27 de julio de 2017

Lubina a la sal



Cocinar a la sal es una de las formas más saludables de preparar cualquier tipo de carne o de pescado. Además es súper sencillo prepararlo, puesto que no necesitaremos más que las piezas de carne o pescado y la sal. Con esta técnica, los alimentos se cocinan en su propio jugo, conservando todos sus nutrientes y reduciendo su parte de grasa. 
¿Sabías que la sal es capaz de absorber la grasa? Tampoco tendrás que preocuparte porque el resultado sea un plato muy salado, ya que el alimento en cuestión tomará sólo la parte justa de sal.

En esta receta vamos a ocuparnos del pescado, en concreto de la lubina. Pero sabed que todo lo que os cuente a continuación es aplicable a cualquier otro tipo de pescado.
Para cocinar el pescado a la sal tenéis que tener en cuenta los siguientes puntos:


- Pedid al pescadero que os quite las vísceras del pescado, sin abrirlo por la mitad. No necesita más preparación.

- La sal debe ser sal gruesa, apta para cocinar a la sal. En ocasiones esta sal viene humedecida, dependiendo de cada marca. Pero si la sal es seca, podemos humedecerla con agua nosotros mismos a la hora de utilizarla. También he leído por ahí que hay quien humedece la sal con clara de huevo, yo no lo he probado, pero imagino que la clara ayudará aún más a compactar la sal alrededor del pescado.

- Es importante dejar la cola y la cabeza fuera de la costra de sal, ya que éstos nos indicarán si el pescado está cocinado. Es fácil, saberlo: en el caso de la cola, si tiramos de ella y ésta se separa del resto de la pieza con facilidad, es que nuestro pescado estará cocinado. En el caso de los ojos, bastará con observar que éstos se hayan tornado blancos.

- Cuando el pescado está horneado, se retira toda la costra de sal y se sirve sin nada de sal en el plato.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, no voy a enrollarme más y vamos con la receta:

- Una lubina mediana por comensal
- 1 kilo y medio/ 2 kilos de sal gruesa apta para cocinar a la sal
- Agua
- Aceite de oliva (opcional)
- Mayonesa para acompañar (opcional)
- Perejil picado (opcional)


En primer lugar, pondremos a precalentar el horno a unos 200º C.

Humedeceremos ligeramente la sal gruesa con agua. Algunos fabricantes envasan la sal ya humedecida y, en ese caso, nos saltaremos ese paso.

En la bandeja del horno extenderemos una capa uniforme de sal y por encima de ella colocaremos las lubinas.



Con el resto de sal terminaremos de cubrir las lubinas. Recordad que debemos dejar al descubierto tanto la cola como los ojos porque nos servirán para saber si nuestro pescado está cocinado.

Cuando las lubinas estén cubiertas las introduciremos en el horno durante, aproximadamente, 15 o 20 minutos.



Pasado ese tiempo, si la cola se desprende con facilidad  y los ojos se han puesto blancos, podemos sacarlas del horno.

Con cuidado de no quemarnos retiraremos la costra de sal que se ha formado. Durante el tiempo de horneado, ésta se habrá endurecido haciendo de barrera de protección entre el pescado y el calor de las resistencias del horno, de forma que, la pieza de pescado estará jugosa y sin haberse deshidratado.
Para retirar la costra podéis utilizar un cuchillo, bordeando la pieza de pescado.

¡Listo para servir y comer!



En este caso rocié el pescado con un poco de aceite de oliva y le puse un poco de perejil picado por encima, pero no es necesario.
Podéis tomar el pescado tal cual o acompañado de una rica salsa, por ejemplo, mayonesa.





Os recomiendo tomar este pescado con una guarnición de verduras asadas, por ejemplo estos Bocados de patata y calabacín al horno, que podéis cocinar al mismo tiempo en el horno, eso sí, en otra bandeja.

Otras recetas de pescado de este blog:






jueves, 6 de julio de 2017

Trottole con berenjena, calabacín y salsa de tomate



¿Quién se resiste a la tentación de probar los diferentes tipos de pasta que hoy en día nos ofrecen las grandes superficies? Cada uno con su forma, sabor y textura peculiares... Estos trottole son mi última adquisición.

Se trata de un tipo de pasta italiana al que, al parecer, se le daba forma enrollando su masa, aún fresca, en un palo. Es una pasta contundente elaborada con sémola de trigo duro que, a pesar de ser gruesa, es bastante agradable para el paladar.
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