Rosca de la Paz

    

      La entrada de hoy va dedicada a las Roscas de la Paz que comemos todos los años tal día como hoy, 24 de enero, día de la Patrona de mi pueblo.
     Es una fiesta que además de sus connotaciones religiosas, también las tiene gastronómicas como es el caso de "las roscas" (como se las conoce aquí).
Y es que desde pequeña recuerdo haberlas comido este día y aún ahora sigo haciéndolo.

     Se trata de unas roscas de pan a las que se les añade granos de anís, y que por raro que parezca, se pueden acompañar tanto de salado como de dulce.
     En realidad desconozco la receta original, pero he intentando hacerla lo más parecida posible a lo que mi me sugiere al comerla.
     En mi caso, no tenía anís en grano y lo he sustituído por unas gotitas de aroma de anís. Pero si finalmente os decidís a prepararla, os recomiendo que lo hagáis con los granos de anís, como realmente son.

     La receta base del pan que he utilizado es de Patricia del blog Recetas ... y lo que se me ocurra. Es una receta básica, muy sencillita y, como aún no soy muy experta en panes, me llamó bastante la atención.
     Tengo que seguir practicando, porque hacer pan es todo un arte... y los mejores resultados no se obtienen a la primera... y seguramente ni a la segunda ni a la tercera vez.
      Lo que sí puedo deciros es que es muy gratificante preparar pan en casa, y que tengo en mente seguir preparando pan.

- 500 gr. de harina de fuerza
- 25 gr. de levadura fresca, o 8 gr. de levadura seca de panadería (no confundir con la que, erróneamente llamamos levadura y que en realidad es impulsor químico, que utilizamos habitualmente para los bizcochos)
- 350 ml. de agua
- 10 gr. de sal
- 20 gr. de anís en grano

En el caso de que utilicemos levadura fresca:

     Templaremos medio vaso de agua en el microondas, sin que esté demasiado caliente. Disolveremos en él la levadura, removiendo con una cucharilla y lo dejaremos reposar unos 15 minutos, hasta que veamos que se han formado burbujas en la superficie.

     Pondremos la harina en un bol y formaremos con ella una especie de volcán, de manera que quede un agujero en el centro, donde pondremos la levadura disuelta y el resto de agua. Añadiremos también la sal. Mezclaremos en primer lugar dentro del bol, y cuando los ingredientes estén integrados seguiremos amasando sobre una superficie limpia y enharinada. Añadiremos los granos de anís. Amasaremos unos 20 minutos.

En el caso de que utilicéis levadura seca de panadería:

     En primer lugar mezclaremos todos los ingredientes secos en un bol: la harina, la levadura y la sal. Después, crearemos una especie de volcán con la mezcla de forma que quede un agujero en medio. Ahí pondremos el agua y empezaremos a mezclar todos los ingredientes. Una vez integrados, pasaremos la masa a una superficie limpia y enharinada. Añadiremos los granos de anís. Continuaremos amasando unos 20 minutos más.

     Y partir de ahora continúa la explicación para ambos casos.

     Pondremos la masa en un cuenco, previamente engrasado con aceite de oliva. Lo dejaremos fermentar tapado con un paño de cocina húmedo en un lugar cálido durante una hora. Evitar exponer la masa a corrientes. Necesitamos que la masa doble su tamaño, así que no os importe esperar un poco más si fuese necesario.

    Una vez ha levado lo suficiente, amasaremos nuevamente la masa. Tendremos que eliminar el aire de la masa, y lo haremos preferiblemente con movimientos circulares y formando una bola después.

     Pasados otros 10 minutos aproximadamente de amasado, le daremos la forma deseada y lo pondremos en la bandeja del horno. De nuevo lo dejaremos reposar 1 hora hasta que vuelva a doblar su volumen.

     Precalentaremos el horno a 230º e introduciremos un recipiente con agua dentro. Le realizaremos unos cortes a la masa, y lo introduciremos en el horno. Bajaremos la temperatura a unos 200º.

    Pasados 20 minutos, sacaremos el recipiente de agua y hornearemos otros 20 minutos más. Controlad el tostado del pan ya que, dependiendo del horno, puede tostarse antes o tardar más en hacerlo.

     Una vez fuera del horno, lo dejaremos enfriar sobre una rejilla. No lo cortaremos hasta que esté completamente frío y siempre con un cuchillo de sierra.