Tarta de queso y gelatina de limón

     Hoy os traigo una tarta que preparé anoche para celebrar hoy el día del padre. La receta no es originalmente mía, sino de una prima de mi madre. ¡¡Gracias Pilar!!



Ingredientes:

- Bizcochos de soletilla (para la base)

- Una tarrina de queso de untar.

- 2 bricks de nata líquida

- 1 sobre de gelatina de limón

- 3 cucharadas de azúcar

- leche

- mermelada (opcional para decorar)

     Como molde para hacer la tarta os recomiendo uno que sea desmontable, aunque perfectamente se puede hacer con los que no lo son.

     En primer lugar, vamos a cubrir el fondo del molde con los bizcochos de soletilla. Los iremos colocando ordenadamente sobre la base, y una vez colocados vamos a rellenar también los huequecitos que queden.

     Una vez que tengamos el fondo bien cubierto, vamos a empapar los bizcochos con leche y aplastaremos un poco con la cuchara para ayudarlos a que absorban la leche. De esta manera no deberían flotar después los bizcochos.

     Por otra parte, vamos a poner en un bol la tarrina de queso, los dos brick de leche y el azúcar. Y lo vamos a mezclar bien, hasta que el queso se haya disuelto del todo.

     Por otro lado, vamos a poner en un cazo  unos 400 ml de agua y dejaremos que hierva. Mientras, en otro vaso vamos a diluir el sobre de gelatina de limón en unos 100 ml de agua de fría.

     Cuando el agua esté hirviendo, añadimos la gelatina diluída. Removemos hasta que empiece a hervir de nuevo y retiramos del fuego. Dejaremos que la gelatina pierda un poco de temperatura durante un par de minutos y la vertimos en el bol donde tenemos el queso con la nata. Lo vamos a remover bien para que se mezcle todo.

     Y ahora con mucho cuidado, para que los bizcochos no suban, vamos a ir vertiendo el queso con la gelatina en el molde donde tenemos los bizcochos. Lo vamos a hacer despacio y con mucho cuidado. Aún así puede pasaros que los bizcochos salgan a flote, como finalmente me pasó a mí y eso que puse todo mi empeño para que ésto no sucediera (jaja).

     Para que no os pase, os cuento algunos truquillos que he leído en Internet:
- Podemos poner caramelo en el fondo, para que los bizcochos se peguen al fondo.
- Cuando vamos a añadir el líquido, lo haremos haciendo que primero caiga sobre una cuchara que habremos puesto del revés. De esta manera, cae con menos fuerza y más disperso.

     De todas formas, si los bizcochos se os suben, no os preocupeis, que la tarta seguirá estando buenísima.
Cuando hayamos vertido todo el líquido, la dejaremos un poco enfríar (si veis que está muy caliente) y cuando considereis que ha perdido temperatura la pasaremos a la nevera y después de unas ocho horas la tendremos lista.

     Así ha quedado mi tarta recién salida de la nevera, ya cuajadita.

     La desmoldamos...

     Y la adornamos como más nos guste. Yo lo he hecho con mermelada de frambuesas y así me ha quedado...

     
     Mirad que bonito ha quedado el corte, a pesar de que los bizcochos han hecho lo que les ha dado la gana...

     Bueno, pues como siempre os animo a preparar esta receta. A mi el resultado de la tarta me ha gustado especialmente porque es muy suavecita tanto de sabor como de textura y no es nada empalagosa.
     Hacedla y como siempre contadme que tal os quedado... ¡¡Feliz día!!