Albóndigas de bacalao

     Esta es otra recetilla que en Semana Santa se hace en mi casa año tras años. Son unas deliciosas albóndigas de bacalao, que es ponerlas en la mesa y desaparecer.

     Como veis no me salieron muy redonditas. La razón es que puse un huevo de más y la masa me salió más blandita, por lo que tuve dificultades para redondear las albóndigas. Aunque el resultado final fue mucho más esponjoso (no hay mal que por bien no venga, jaja). De todas formas os pongo la receta corregida.

                                                                          Ingredientes:

- 1/2 kg. de bacalao desalado.
- 3 patatas grandes
- 3 huevos
- 3 o 4 dientes de ajo.
- Harina para rebozar
- Perejil
- Aceite de oliva
- Sal

     En primer lugar, pelaremos las patatas y después trocearemos de manera que hagamos un corte con el cuchillo y rasguemos la patata con nuestras manos (tiene que sonar ¡crash!. Esta forma de partir las patatas por mi tierra se les llama esquinar las patatas y la razón por la que se hace es porque de esta manera la patata suelta su almidón)

    Después pondremos a cocer las patatas y el bacalao. Es mejor hacerlo por separado, porque el bacalao suele cocerse antes que las patatas (yo no lo hice así y tuve que sacar el bacalao antes)

     Cuando la patata y el bacalao estén cocidos, los dejamos escurrir. Una vez escurridos procederemos a hacer la masa. Para ello, aplastaremos la patata cocida y desmenuzaremos el bacalao ( tened cuidado con las espinas, si las veis hay que sacarlas).
    Por otra parte, machacaremos los ajos con el perejil (picado) y se lo añadimos también a la masa.
    Por último batimos los huevos y los añadimos también a la masa. Y lo mezclamos todo bien. Si quereis podeis poner una pizca de sal, pero cuidado porque el bacalao ya le aporta sal.
    Este es el aspecto que le queda a la masa.

Esta masa la taparemos y la dejaremos reposar en la nevera unas 24 horas. Se puede dejar reposar menos tiempo, pero lo ideal es cuanto más tiempo mejor porque más sabor tendrán.

Y al día siguiente, las rebozaremos en harina, dándoles la forma redondeada que caracteriza a las albóndigas.

Después las freiremos en una sartén con abundante aceite caliente y las retiraremos cuando estén doraditas. Las pondremos en papel absorbente para escurrir el aceite sobrante y ... ¡¡LISTAS!!

¡¡Espero que os gusten!!